
Por Marco Rascón
El proceso electoral de 2018 significa el final de los partidos que conocemos y que alguna vez tuvieron una significación ideológica. Si van a ganar la Presidencia, ¿por qué no se van a fusionar en un nuevo partido gobernante?
… En el proceso, la vieja oposición de PAN y PRD estalla en pedazos hacia los dos bloques hegemónicos. Pero ojo: no se conoce ninguna defección en ambos hacia el PRI.
Vivimos, como antesala, la orgía del pragmatismo por el poder, donde cientos de personajes cambian de siglas y banderas, cohabitando felizmente con los que alguna vez acusaron de corruptos, mafiosos, y fraudulentos. Un nuevo huevo de serpiente se esta formando.